lunes, 16 de julio de 2007

Mentime que me gusta...

En el camarín, 2 minutos antes de salir al escenario (con la obra iniciada, y mientras yo hacía los ejercicios de modulación más cómicos que puedan imaginar) mi mamá postiza no aguantó su verborragia.
Y sí, se le escapó. Eso que el 80% de mis compañeros de elenco sabían, y murmuraban por lo bajo para que yo no lo oyera.
Eso, que podía (y de hecho, pudo) transformar los benditos nervios previos a salir a escena, en un tsunami espasmódico (no me acusen de exagerada) en el cual los temblores, las cosquillas en la panza, la nostalgia verduga, los pensamientos estúpidos, la transpiración de mis manos, la memoria emotiva, y las más variadas especulaciones peleaban por imponer su dominio sobre mí.
No me pregunten cuál de ellos ganó. Creo que cada uno tuvo su momento de esplendor, haciéndome sentir ridículamente vulnerable; hasta el punto de exclamar -una vez terminada la función- que quizás el mandato familiar no era tan erróneo y debí yo también, dedicarme a la abogacía (naaaa, esas son boludeces que una dice nomás...)
La cuestión es que así salió Natacha anoche. Con una perturbación que lejos estaba de sus conflictos previos, con un dolorcito interno que nada tenía que ver con los golpes propiciados por su hermana Vasilisa.
Es que durante la hora cuarenta que dura "Los Bajos Fondos", hubo un poco de Natacha y mucho, mucho de Gabriela. De esa Pochita que volvía a revivir ciertas cosas, y que se moría por espiar en la platea, para comprobar si esa presencia era real.
Y sí, ahí estaba.
Sólo pude verlo en el saludo final, aplaudiendo de pie, saludando a sus ex-compañeros de elenco que me miraban de reojo, sonriendo luminoso, con "ese instinto taurino de su ser..."
Bajé y me abrazó. Me agarró la mano con cualquier excusa y comenzó con esa serie de mentiras innecesarias que tenía ganas de oir: "Qué linda estás", "Te veo mucho más flaca", etc, etc, etc. Hasta que por fin, como excusándose frente a mis ojos dolidos, exclamó: "Perdí mi celu y no tenía tu número, me lo das otra vez así paso por tu casa y tomamos el café que nos debemos???"
Punto y aparte.
Probablemente no sea necesario aclarar que no tomo café, y que él jamás -en todas las veces que estuvo en mi depto.- me dejo siquiera poner la pava en el fuego.
Y se lo di.
Más bien.
Y una que se jacta de ser inteligente... No?

Todo lo que nos sucede tiene una razón,

la casualidad no existe, no lo digo yo.

Creo que ya estaba escrito como para un guión,

y perdimos tanto tiempo en la explicación.

Sólo quiero verte sonreír mi amor,

tan bello y sublime como el mismo sol.

Entenderme no es tan fácil,

no me entiendo yo,

ni pretendo que lo intentes vos.

Puede que de esta locura

haya algo de paz

y este corazón no duela más.

Sólo quiero verte sonreír así,

como aquella noche... Que te vi.

La novela de la vida

quiere verme actuar,

voy a hacerlo sin libreto,

quiero improvisar.

Yo ya traigo mi equipaje

y debo seguir,

se me hizo largo el viaje,

esto de vivir.

Sólo quiero verte sonreír mi amor,

tan bello y sublime como el mismo sol.

Ahora sé que la distancia no cura este mal,

sólo nos acerca un poco mas.

Y después de tanto tiempo, de tanto soñar,

nos perdemos esta realidad.

Sólo quiero verte sonreír así...

(Pero esta vez, Pochito, que no me borres la sonrisa a mi...)

1 comentario:

Luis Sabbi dijo...

Tan bonita mi amiguis del Alma!!!!!!!!! Como fue el Viernes de casita? Por lo que veo, menos mal que descansaste.... porque tuviste un Sabado aparentemente fuerte, emocionalmente hablando...

Gracias por todo el amor que vertis en tus palabras... y sigo pensando que el corazon es mas sabio que lo que puedan sentir las emociones, pensar la mente o imaginar la fantasia.

Siempre te dije que vas a llegar donde quieras ir... y mantengo mi idea. Eso si, matene la claridad de hacia donde vas. Je

Vamos por los tes de los jueves carajo!!!!!!