Electra Superstar...

Si hoy fuera mi último día de vida, si se apagara la luz y pasaran frente a mi las imágenes más trascendentes de mis 22 años y 360 días; seguramente habría muchos rostros y palabras de hombres... Hombres-deseos; hombres-fantasmas; hombres-símbolos; hombres-frustraciones... Hombres de diferentes colores, tamaños, olores... Pero sin dudas, frente a todos esos rostros, reinaría sólo uno... El del primero, el único, el eterno.

Mi (Super) Hombre... El que por momentos me perturba tanto... El único que podría obligarme a recostarme en un diván... El que se posa en mi hombro cuando tomo decisiones importantes... El que le puso rostro a mi consciencia...

El hombre que marcó este necesidad de agradar que a veces me ahoga tanto. El de la voz profunda, las manos grandes, el paso seguro.

Ese hombre a quien le tiembla el pulso como a mi, el del lunar en el ojo izquierdo, al único que permito llamarme por mi nombre completo.

Al que tantas veces quise parecerme, del que tantas otras intenté diferenciarme...

El hombre que me llenó el Alma hace un año, con esa mirada que NUNCA voy a olvidar, de pie en la platea...

El que corrió cuando las olas se llevaron mi baldecito azul, el que me prestaba la guitarra cuando me caía aprendiendo a andar en bici, el que hasta apareció vestido de árabe en un acto de 6to grado.

Creo que nadie hizo tantas cosas por mi. Sé que por nadie hice tantas cosas como por él.

Es el único hombre en mi vida, frente al cual se me anuda la garganta, me tiembla aún la voz. 23 años intentando decirle lo que siento, tratando de abrirme el pecho y mostrarle realmente quien soy...

A veces creo que lo sospecha, y otras tantas, me abruma la idea de que no llegue jamás a imaginarlo.

Ese hombre, hoy, me hizo llorar... Y lo hace muchas veces, aunque nunca se entere... Tiene esa extraña capacidad de traspasar la pantalla con un par de palabras... De esas, que escribe en plural, pero con que salgan de su boca o más bien su corazón, a mi me sobra...

Y llego apenas a leer las primeras letras, y se me llenan los ojos de lágrimas... Gotitas de sal que no puedo identificar, ni clasificar, ni justificar...

Pero dice que está orgulloso, y yo siento que ya no me interesa lo que piense NADIE más.

YA NO...

Pobre del que tenga que competir con "ese hombre"... AYÚDAME FREUD!!!