sábado, 24 de julio de 2010

Pero EL AMOR, esa palabra...

"...Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.

Amor mío, no te quiero por vos ni por mi ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mi, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, DE TU RISA, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo AMAR, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente, porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de amor es tan sencilla, te curarás antes que yo, y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mi será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio, que quiere UN AMOR PASAPORTE, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le de los mil ojos de Argos, la obicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combeadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana, y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles.

Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, lo he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

(...)

...nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a desearnos (pero eso fue más tarde, en la Rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente memorable, absoulutamente recubierto de malentendidos, de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos comenzaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, Paris danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí, sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sévres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y... "

Yo, y mi escazo poder de síntesis, luchando con la magia que enhebra Cortázar en su juego de palabras...

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