"...De la misma manera, a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con sólo cruzarlos..." Rayuela, Julio Cortázar.
Eran ya las 17:25 hs cuando caí en la cuenta de la
imposibilidad de estar a horario en el Teatro para el inicio de la función. Me encontraba entonces en
Roque Pérez (¿?¿?¿?), según supe después, a unos 160 km de Capital... Evento de motos, stand de Honda, mucho maquillaje, ropa de autódromo, tacos altos y poco humor. Mi supervisor (no voy a explayarme en él) juraba por su madre, que me iba a dejar en la puerta del Teatro a las 18:45hs. Yo ya tenía la certeza que eso era menos posible que... Que muchas otras cosas...
No me pregunten qué pasó por mi cabeza en ese instante crucial, pero luego de autodecretar como terminada mi participación en el evento, cambiarme en una camioneta sin polarizar, y regalar varias puteadas a los cuatro vientos; busqué a un individuo que sutilmente me había "chamuyado" horas atrás, y le pregunté si seguía en pie su oferta de llevarme a mi casa (aunque en este caso, se trataba del "Bufón")
¿Resultado? Minutos después, me encontraba arriba de una
Honda HRC, con un perfecto desconocido, esquivando autos y camiones para llegar a tiempo... En el momento en que cerré los ojos, el aparatito que traen estos juguetes tan bonitos, marcaba con grandes números grises "220km/h"... Creí que iba a tener el mismo final que esos bichitos que quedaron literalmente estampados en la cara de mi piloto (porque el muy caballero me cedió el único casco disponible), y en ocasiones, veía apenas lucesitas de colores, mientras me preguntaba si alguna de esas sería la contemplada por Víctor Sueiro en su paseo por el más allá...
No recuerdo haber sentido TANTO TERROR en mi vida, pero debo confesar que por instantes (muuuuuuuuy breves) llegué a disfrutar del electroshock de adrenalina que recorría mi cuerpo...
Llegué sana y salva a la puerta del teatro a las 19:40hs., 20 minutos antes del inicio de la función. Me saqué el casco, abracé a mi piloto agradeciéndole "el milagro" (aún no sé si el de llegar a tiempo, o el de sobrevivir a semejante paseo) y salí corriendo, mientras el pibe -desconcertado- me pedía el teléfono a los gritos, preguntando si podía invitarme a salir... ¿Habrá creído que me quedé con ganas de subirme nuevamente a esa máquina infernal?
Luego supe que mi supervisor y el resto de mis compañeras, volvieron a sus hogares pasadas las 22hs.
Un consejo para quienes quieran imitarme:
Pantalón de tiro bajo,
ropa interior roja
y ESTO:

... No es una buena combinación!!!